Cinco grados a las 08:30 am, de media, en Enero. Repito: Enero. Pero “hace frío” y las bufandas se venden de miedo. Aquí "abajo" ninguno llegaría al segundo asalto.
Semáforos en rojo, en rojo, en rojo, en rojo… ¡tu puta madre!
Y llueve. Llueve, llueve, llueve. Llueve mucho, llueve que te cagas. Llueve cuando tienes paraguas, cuando no, cuando te da por culo sacarlo… y sobre todo cuando no está presente de ninguna de las maneras, cuerpo u alma. Pero las viejas sí que llevan, vaya que si llevan… Y se encargan de que lo veas de cerca ¡muy cerca! Llueve cuando le peta y para cuando… ¿cuándo para? Adivina adivinanza. Luego puedes empezar con el misterio del sentido de la vida, si te ves inspirado.
Alcohol y “alcohol”. Sidra hasta en el aire que respiras. Birra raramente y cortos “a secas, que aquí no se come gratis, chaval” las tardes que hay suerte. Un pincho, un euro. Y las bravas son los padres.
Jarto, jarta. ¿Entendísteme? ¿Qué dices, ho? Amagüestu. Esti, pequeñino, les derivades, guaje. ¿Qué fue del pretérito perfecto compuesto?
Campanas cada cuarto de hora. Woody Allen ya no tiene gafas. Amor al parque. Amor, adoración, amor y “sonríe, que hay gofres“.
Y gaviotas, joder. Gaviotas... eso es lo más raro de todo.
He comprado un billete solo de ida para la cuarta dimensión. Lo necesitaba.
Me voy al lugar donde están todos los calcetines que se pierden en la lavadora; Elvis sigue vivo; y los fantasmas de los amores pasados, presentes y futuros ya se han aburrido de jugar a que soy Mr. Scrooge.
Creo, sinceramente, que voy a vivir de miedo en cuanto me aleje un poco de mí y empiece a ser libre.
Me voy a comprar un cerrojo nuevo, para que toda la basura esté bien guardadita y a salvo dentro de la casa que ha okupado, la muy puta.
Tendremos nuestra última cena, con velas y gasolina súper, cosecha del 95. Luego saldré, me emborracharé, perderé las llaves y nadie podrá demostrar nada.
Sólo te pido una cosa más. Se mío, hazme tuya. Parezco más dificil de lo que soy.
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