Mi Banda Sonora.

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Pincha y disfruta de un orgasmo musical.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Te vi pero no se donde.




Te vi pero no se donde. Quizás fue en medio de una gran fiesta, en el interior de un gran tumulto de gente, como un eslabón mas de una larga cadena. Excepto para mi. Como la esmeralda que reposa en el lecho de un río, la cual se mantiene tranquila y apacible hasta que un recolector la ve entre cientos, quizás miles de cantos que reposan junto a ella. Recogiéndola para tallarla, pulirla y engarzarla para formar la joya mas preciada.

Un día subí al monte mas alto, solo y solitario sin nada a mi alrededor. Creí oír tu voz. Un susurro dulce y melancólico, que atrapaba mis pensamientos. Fijándolos en una cautiva y única reflexión. Apreciando la inmensa soledad por no encontrarte junto a mi. El no poder observar el vuelo de tus cabellos oscilando por la leve brisa que en este lugar se ofrecía sin pedir nada a cambio. Contemplar como el sol ilumina tus mejillas, acariciándolas y sonrojándolas con sus rallos. El no poder mecer tus labios con la yema de mis dedos. Saborear las mieles que de ellos se derraman, dulces y sanadoras. Tan solo comparables con el néctar de los dioses.

Ordenando mis viejas fotos encontré un retrato en blanco y negro. Estaba formado por un grupo de escolares en el patio del colegio. Todos estaban uniformados y bien peinados. Estabas en una esquina del grupo, mostrando tu carita risueña e infantil. Me vienen a la cabeza multitud de recuerdos de la niñez. Como dos niños inocentes y traviesos jugaban en el patio del colegio sin ningún tipo de pudor. Cuando el podía hablar con ella sin que un rayo cayera y le fulminase el corazón. Podía mirarla a los ojos sin quedar encantado por su mirada cálida y profunda. Coger su mano al jugar sin temor a quedar cautivo por la dulzura de su piel. Entre estas antiguas fotos encontré un pañuelo doblado. Comienzo a recordar levemente la fragancia del perfume con el que fue impregnado. Sentados en aquel banco de madera al pie de un gran roble, una tarde luminosa de otoño. Nos cogimos las manos y sucedió lo inesperado. En mi corazón comenzó a brotar una grata sensación. En un primer momento cálida pero décimas de segundo mas tarde fría. En un instante acogedora y al siguiente inhóspita. Un estado de cordura para pasar a la extrema locura. Una sensación apaciguadora y poco después alborotadora.

Ahí descubrí mi amor por ti.

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