Por eso vivo en un punto muerto.
Siempre me ha costado empezar, nunca he aprendido a ver las puertas de entrada. Entrar es lo dificil, en teoría una vez que la rendija está abierta el resto está tirado; sólo es cuestión de seguir hacia delante; pero esa es sólo la teoría, señores.
La verdad es que los caminos fáciles suelen llevar a callejones oscuros y sin salida, de esos en los que huele a alcantarilla y guiñan las farolas. La cosa está en la capacidad de elección de cada uno; y muy a mi pesar, el día que repartieron la capacidad de elección yo estaba haciendo cola para entrar al baño.
Por eso vivo en un callejón oscuro y sin salida, de esos en los que huele a alcantarilla y guiñan las farolas. Vivo de alquiler en mi fortaleza de plastilina y hierro forjado, protegida de los gatos del callejón, que siempre siempre tienen tres pies.
Por eso vivo en un punto muerto.
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