Y pensar que todo comenzó un domingo de resaca, si no, que nos lo digan a los ebrovisivos, que casi no habíamos pasado por casa. Fue llegar a la casa de cultura con la pulsera roñosa del Ebrovisión y ver caras conocidas, otras no tanto, y muchas muchas desconocidas. Y eso que en Miranda nos conocemos todos...
El primer día ya me pusieron pareja de baile, empezamos a ensayar el número 14, ¿cual sino? El pobre Oliver, no se ni como me aguantó las 2 horas y pico que estuvimos bailando. Es de los que más ha tenido que aguantar. Y el problema es que no solo a mi, a mi con la Cris, es decir, Bomba de Relojería. Digamos que nuestro trío calavera es una de las cosas más bonitas que me llevo de todo esto.
Hasta enero practicamente estuvimos ensayando el número 14, y los números grupales. Empezaba la lucha por los papeles. Lucha entre comillas, ya que para entonces ya eramos la gran familia zarzuelera.
Eramos muchas chicas y pocos chicos, desde el momento que oí cantar a Javi, sabía, o intuía, que iba a ser Manolo (de mis ansias, Manolo mío). Lo que no me esperaba es que me iban a elegir como Juanita. No es la protagonista, pero coño, yo iba con la intención de plantarme en el coro mixto y observar a gente cantar mejor que yo ¿sabéis?.
A partir de entonces, con los solos repartidos y demás, empezaron los ensayos duros, largos, con chasquidos de dedos de Natalia, lloros, agobios y más agobios. No os podéis imaginar lo que me costó a mi mentalizarme de que tenia que hacer de "chula del barrio", y lo que tardé en aprenderme el baile, con la letra, la actitud, que sigo diciendo que no la terminé de pillar.
Podríamos decir que ya quedaba un asalto. Las vueltas del número 14 iban saliendo, pero el problema de hablar... Eso ya nos costó más.
Otra de las cosas maravillosas de todo este tinglado, son las niñas. No os imagináis lo bien que lo hacen, lo rápido que lo cogen todo y lo agradecidas que son. Ya podríamos aprender nosotros (yo incluida, por supuesto).
Era ya abril y los nervios ya iban floreciendo en algunos casos, en algunos bastantes digamos. Ya estaban grabando ensayos, ya comenzábamos a mentalizarnos de que llegaban las fechas...
Los ensayos de teatro iban sobre ruedas, todo iba pasito a pasito saliendo, incluso alguna vez hicimos la obra entera de arriba abajo.
Y ya llegó Mayo, con su puente infernal, todos en armonía en el Pabellón Multifuncional ensayando día si y día también. Ya conocimos gente nueva, los magníficos carroceros que nos ayudaron mogollón en la puesta en escena, con una réplica exacta de la Plaza del Mercado. También los técnicos de sonido, y la gente que venía a hacernos la labor más fácil.
Los nervios seguían aflorando y saliendo, la tensión se palpaba en el ambiente, aunque algún chiste de andaluces (tris, tras, tracatrá) nos sacaba sonrisillas de vez en cuando. Sois muy grandes, me decía un cofrade.
En un ensayo me enteré de que habían hecho un vídeo, los de Miranda.HD, menudos artistazos, por cierto, sobre la zarzuela, a modo de anuncio. Y adivinad quien sale... Aquí la Juanita. No me lo hubiese imaginado, de verdad, si aquí donde me veis soy bastante tímida.
Yo soy y seguiré siendo la niña pequeña y mimada de toda la zarzuela, había momentos que me sentía así, con 50 madres y 50 padres, en algunos casos más abuelos y abuelas.
Los días de las representaciones llegaron, y las sesiones infernales de calor, microfonía, gritos de niñas, mantones parriba, mantones pabajjo, churros... Ya sabéis, esas cosas del año 27...
El último día de representación, en la 2º sesión, a las 9, cada número se me pasaba más rápido, y la lagrima quería salir. Fue ver a Saladillas, y ya empezar a notar esa sensación, de que no lo iba a volver a ver más. Lo mismo con los cofrades y con Carlos Cárcamo. Y qué decir, de mi número, el número 3. La verbena es una de las canciones que más me gusta, desde pequeña además. Y los mantones y las peinetas me pirran, ¿qué más quería?Cada paso o vuelta que daba en mi último número me daban más ganas de llorar, ¿y si no vivo para siquiera ver la siguiente? Es lo que rondaba y ronda por mi mente continuamente.
Y después del 14, ya todo fue empezar a llorar por culpa de Cris y Oliver, porque no hubo ni dios que pudiese pararme hasta después de cambiarme de ropa, a eso de las 12 30...
A partir de entonces, ya todo fueron Congas, Sandino desfasándose con la Danza Kuduro y demás éxitos pasados, el karaoke que inauguré con "Las Chicas son Guerreras" de Coz... Alcohol, cubata, ambiente San Juanero, Orosco, Churros en el Diamante, y visita a mi kioskero favorito. Gran noche, Grandes meses.
Ha sido un (puto) placer, de verdad, y no me cansaré de decirlo. Todos y cada uno de vosotros sois unos artistas, no me cansaré de repetirlo. Gracias, mil gracias.
Y me callo ya, que esto se acaba.