El momento más trágico de tu vida es cuando te empiezas a meter en mundos sorprendentes. Puede que no entendáis esto a simple vista, pero poco a poco lo iréis experimentando, tarde o temprano. Es un momento clave, cuando te sientes obligado a tener al menos algo de rutina en tu vida. Como tener la misma canción en el despertador, cosa que por cierto, hay que tener cuidado. Yo soy una valiente, tengo "Mi Realidad" de Lori Meyers, aún sabiendo que puede que llegue a odiarla. Soy fan de las canciones orgásmicas a primeras horas de la mañana.
Soy fan del azúcar, pero no del azúcar en cierta medida, no, soy fan de las montañas de azúcar, de los cupcakes, que a veces no son comestibles de la cantidad de azúcar que llevan. Soy fan de todo lo que os podéis imaginar.
Ahora es cuando una persona cualquiera dice "soy fan de tí, de tu manera de vestir". Ayy... amigos, yo no soy una persona cualquiera. Yo quiero encender carteles de "SOY FAN" con luces moradas de neón. Soy de esas personas que necesitan saltar y llorar en un concierto, por muy alegre que sea la canción. Por que sí, las lágrimas no tienen por qué ser de tristeza.
Nadie se las está dando aquí de exclusiva, de especial, de original. Tan sólo hablo de gustos, hablo de rarezas personales. Porque aquí nadie es del montón, gracias a dios. Si crees que vas a encontrar a tu media naranja, mejor vete al Mercadona, porque no la encontrarás de carne y hueso. Somos seres únicos, aunque algunas veces intentemos auto-convencernos de que hay algo más en nuestro interior, que nos hace mejores que los demás. Así nacen las diferencias, así nacen los problemas.
Ahora es cuando digo: "Soy fan de mi, fan de mi forma de vivir". Al fin puedo decirlo, VIVIR.
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