"Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo..."
Antoine De Saint-Exupéry - "El Principito"
¿Nunca os habéis sentido así? Cuando estás sólo y te sientes observado, perseguido por las calles cuando vas sola, o algo así. Pero esta sensación no sólo me llega cuando siento miedo o misterio, también la noto para cosas buenas. Esos momentos en los que "algo", no sabría decir el qué, te hace sonreír, aunque estés sola en la habitación.
Quizás sean los recuerdos, cuando cualquier cosa te recuerda y te hace revivir, aunque sea mentalmente, esos momentos, años, segundos, minutos, horas... que pasaste con aquella persona o personas. Es algo maravilloso, pero que no se puede domesticar.
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