Las quemaduras más universales se esperan desde antes de que amanezca el primer sol para confirmarlas. El primer sol... El más impactante de todos.
Desde que éste muere, el ser humano desarrolla la inmensa necesidad de días cálidos de luz solar. De quemarse, quemarse, quemarse... abrasarse; y de detenerse sólo en el sol que más caliente. Solo en ese que más se parezca al primero que dejó que atardeciese.
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